sucedió muchos años después de venir al mundo. es algo habitual aunque a demasiada gente no le parezca o no haya pensado en ello.
antes del comienzo, aparte del nacimiento físico, mi parto, sucedieron más de 20 años de avatares de todo tipo, experiencias buenas o malas que fueron conformando el ente que luego comenzaría a ser. pienso en un matraz de laboratorio donde se van añadiendo sustancias que más o menos se mezclan entre ellas sin grandes reacciones o sin la reacción definitiva que provoca el comienzo de un ser. creo que hay pel comienzo de mi vidaersonas que desaparecen sin que esa reacción llegue a producirse jamás en su recipiente de ensayo. se les van añadiendo también substancias y más substancias pero jamás llega la que, en su medida apropiada, resulta ser el reactivo, el catalizador de una existencia real, de una vida consciente de sí misma.
no sé qué es preferible en términos absolutos. de hecho creo que el segundo caso, en el que nunca llega a producirse la reacción, el cataclismo de la existencia, es el que más abunda. y eso puede indicar que los que empezamos a vivir en un momento dado no somos los preferidos del ciclo natural reservado a los humanos. además creo que he comprobado ya que ésos que resultamos minoría nos vemos invadidos por turbulencias no deseables para los otros, para la mayoría.
pero como ustedes o muchos de ustedes ya sabrán, estas minucias referidas a los puntos de vista existenciales, suelen resolverse con una simple apelación al subjetivismo. no hay objetividad posible que se pueda aplicar a estas percepciones. la subjetividad salva cualquier amenaza a la tranquilidad de lo homogéneo y homologado.
los que nacemos en un momento dado y con toda propiedad como acabo de referir, tenemos siempre una vida disfrutada o sufrida o ambas cosas terriblemente más intensa que los que se arrastran desde el principio al fin de sus días sin haber tenido la oportunidad de nacer, de haber asistido y ser sujeto de la debida reacción. no entraremos en la tajante afirmación de que sólo nosotros vivimos, eso significaría una maniquea observación del mundo y nos separaría irrealmente de la realidad que nos circunda, porque no podemos escamotear a ese inmenso colectivo que nos rodea cada día su subjetividad, su seguridad de haber nacido y estar vivos, igual que no podemos ignorar que ellos aplican implacablemente el argumento de nuestra subjetividad a los que realmente hemos nacido y por eso vivimos.
quizá el quid o la clave de esa distorsión de la realidad que a tantos afecta es un hecho físico y simple, mecánico digamos, que sucede dentro de un devenir predecible, se pierde y perderá en la noche de los tiempos y es producto de una combinatoria natural, a veces biológica: la gestación, el parto. en otros órdenes naturales se producen germinaciones, explosiones telúricas o cósmicas, terremotos, cambios climáticos, desecaciones, erosiones... son procesos más o menos largos con consecuencias igualmente más o menos extendidas en el tiempo y todo dentro de devenires que exceden cualquier fórmula temporal aplicable. objetivamente no son más que sucesiones sin principio ni fin, ya lo he dicho procesos dentro de otros procesos dentro de un proceso universal que la verdad poco importa que sea infinito o no: se le puede echar un rato a pensar en ello como pasatiempo o actividad lúdica, pero la verdad es que nada utilizable va a salir de ello salvo en todo caso una satisfacción o frustración tan pasajera o traumática como se permita la combinatoria sensitiva de quien lo practique.
así que la ficción del parto como nacimiento es lo que despista a la mayoría de los humanos y no les permite diferenciar convenientemente entre alguien que ha nacido y alguien que simplemente pasó por aquí en esa parte del proceso que se suele llamar vida y que es un tramo de uno o varios o muchos otro procesos, muy amplios, probablemente sin principio ni fin a no ser que lo de la finitud la pueda demostrar alguien a quien le sirva para algo, y que en ésa su etapa vulgarmente denominada vida se caracteriza por a la postre irrelevantes circunstancias como la memoria, los sentimientos, esa capacidad combinatoria que suele llamarse inteligencia y sobre todo, la formidable capacidad de exagerar y desbordar hasta límites insospechables la importancia de tales circunstancias.
una vez dicho lo anterior convendría resumir para no hacernos tediosos, aunque el resumen siempre es el riesgo de un penosa vuelta al principio.
aún a riesgo de incurrir en semejante vuelta me plantaría en que nacer, lo que se dice nacer, no nacemos todos. los que de verdad son capaces de nacer en algún momento son los que realmente se puede decir que viven, mientras que los otros, los que no consiguen nacer en ningún momento simplemente se ven obligados a considerarse vivos y a reclamar un nacimiento que mecánicamente suelen identificar con su parto.
aunque no sé si será éste el momento de tratarlo, sí conviene incorporar otro elemento de análisis que apuntala de alguna manera las digresiones anteriores y su resumen. o si no lo apuntala sí le da una consistencia que le podría faltar. el nacimiento, por sus características propias, es un hecho que muy fácilmente puede acaecer no de forma exclusivamente individual, sino también compartida, sin que haya límite de participantes, aunque cuanto mayor es el número de éstos menos son los ejemplos demostrables o admisibles. es un dato muy significativo en el seno de la discusión, puesto que lo que hemos dado en llamar parto, es decir, el hecho vulgarmente adoptado para pretextar cualquier nacimiento, es un acontecimiento eminentemente individual, salvo en los casos de partos múltiples o en los que en un exceso de furor en el sentimiento de maternidad se le hace igualmente protagonista a la madre, con grave perjuicio lógico del discurso natural, capaz de demostrar de un plumazo que la madre ya fue parida. y en cuanto al caso de los partos múltiples, semejante incidencia fisiológica quedará bien diferenciada del concepto de nacimiento compartido una vez quede perfilada la fuerte base definitoria nunca fisiológica que le da sentido. sólo adelantar que los partos múltiples son de naturaleza excluyente en cuanto a las conexiones anímicas o existenciales de los individuos interesados, por mucho que se haya disertado sobre la analogías de mellizos o gemelos o se les haya intentado masacrar su sagrada individualidad con uniformes y cortes de pelo repetidos, decoraciones inverosímiles y demás vainas de tortura inducida que tanto se les suele aplicar.
intentando no resultar tediosos, ya iremos entreverando juicios y reflexiones al caso, a saber cómo se presentan en el momento en que aparezcan, ya se sabe la reinvención contínua a que están sometidos estos devaneos mentales. pero hace no mucho, intentando hacer ese resumen sin fin que siempre nos proponemos cuando el análisis ya nos ha desbordado, yo diría que, en el proceso que afecta a nuestro paso por el mundo, deberíamos considerar, pensar y diferenciar bien la existencia, con su comienzo y su final, el nacimiento y la vida. las combinaciones pueden ser tan caprichosas como el estado de ánimo o el momento, pero hay un hilo estable que enhebra esos fundamentales conceptos.
tuvieron que pasar más de dos décadas desde el inicio de mi existencia para que yo tuviera la oportunidad de nacer. y creo que no la desaproveché.